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José María de Pereda

José María de Pereda

30 julio, 2013

José María de Pereda (Polanco, 1833 – Santander, 1906)

Escritor realista y costumbrista español nacido en Polanco (Cantabria). Tras pasar su primera niñez en un ambiente rural, en 1843 se trasladó con su familia a vivir en Santander, donde estudió bachillerato. En 1852 fue a Madrid con la idea de ingresar en la academia de artillería, pero su fascinación por la vida literaria hizo que abandonara definitivamente la carrera militar y se instalara en Santander (1855).

En 1858 comenzó sus colaboraciones períodísticas en «La abeja montañesa» y «El tío Cayetano», y en 1864 reunió algunos de sus artículos en el libro «Escenas montañesas», que no tuvo buena acogida. En 1868 fue diputado carlista en las Cortes. Publicó un segundo tomo de artículos, que tampoco alcanzó ningún éxito («Tipos y paisajes», 1871), pero siguió escribiendo y aparecieron dos nuevos volúmenes de cuadros de costumbres («Bocetos al temple», 1876, y «Tipos trashumantes», 1877). El costumbrismo de su obra se caracteriza por su punto de vista crítico, tendente a desmitificar aspectos de la vida campesina y marinera de su región natal. En sus primeras novelas tiene una importante incidencia su ideología católica: «El buey suelto» (1878), defensa del matrimonio, «Don Gonzalo González de la Gonzalera» (1879), contra el liberalismo, y «De tal palo, tal astilla» (1879), réplica en el tema religioso a la «Gloria» de Galdós. Su primera novela de verdadero alcance es «El sabor de la tierruca» (1882), que exalta los valores tradicionales de su tierra santanderina. Después de «Pedro Sánchez» (1883) llegó otra de sus novelas más importantes, «Sotileza» (1885), donde representa el ambiente de los pescadores recreando el Santander marítimo y montañés. Siguieron «La Montálvez» (1888), «La puchera» (1889) y «Peñas arriba» (1896).

A su ingreso en la Real Academia Española en 1896, pronunció un discurso sobre la novela regional, al que respondió Benito Pérez Galdós.

Su estilo costumbrista, en la línea de autores como Antonio de Trueba, Fernán Caballero y Mesonero Romanos, revela su proximidad con el romanticismo y un peculiar naturalismo que Emilia Pardo Bazán definió como perediano. La obra de Pereda, más allá de parecer el fruto de un talante conservador, tiene una fuerte carga ideológica y está escrita con un vigoroso realismo, que lo convierten en el mejor representante del regionalismo costumbrista español del siglo XIX.